Durante muchos años ha sido el último vestigio de aquella Almería de huertas, arboles de porte majestuoso y cortijos que existía prácticamente a partir de cruzar la Rambla. La carretera de Ronda circunvalaba la ciudad lejos del centro. Pero Almería creció hacia levante y hubo que urbanizar las huertas que había pasada dicha vía. Una de las zonas que pasaron de tener cortijos, vacas, acequias, frondosa arboleda e incluso un monasterio de monjas a recibir las ‘bondades’ de los nuevos tiempos, con casas, calles asfaltadas y pequeños árboles en las aceras fue la Huerta Azcona.

Apenas una docena de árboles majestuosos sobrevivieron en el interior del colegio Divina Infantita, en el recién abierto (lo fue en 1970) colegio Azcona, actual instituto, o en los parques existentes en la zona: algunas palmeras, ficus de hoja pequeña, algarrobos o sauces. En el medio siglo que hace que la ciudad se tragó al campo, todos han ido desapareciendo de esta zona joven de Almería; sólo sobrevivía uno: la palmera del instituto Azcona.

Pues bien, la pasada semana el ultimo vestigio de esta forma de vida secular subió al cielo, como los pasos de la cercana Semana Santa:“¡Al cielo con ella, corazón!” Y si los costaleros suben el paso, la grúa subió la palmera.

En apenas una hora se acabó con más de un siglo de vida. La palmera subió al cielo pero queda su recuerdo en el mismo escudo del Instituto. ¡Adiós, palmerá, adiós!

Artículo de JOSÉ LUIS LAYNEZ

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